Blogia
Los cuadernos del Aprendiz.

Nota sobre H. Melville

Dear Flandria:
Te envío una nota muy interesante, que acabo de encontrar releyendo un viejo libro sobre Melville. Medítala, especialmente la frase que va en cursiva. Typee y Omoo fueron las dos primeras novelas que H. M. escribió.
La primera (Taipi, en español) se editó en Londres (febrero y abril, 1846), con el título Narrative of a Four Month’s Residence among the Natives of a Valley of the Marquesas Islands. Poco después se publicó en Nueva York con el título de Typee: a peep at Polynesian Life. Narra sus experiencias entre los caníbales Typees, de las islas Marquesas, cuando, tras desertar con un amigo del ballenero Acushnet –modelo del Pequod–, ambos buscan refugio en su valle, donde fueron hechos prisioneros. Afortunadamente, antes del banquete al que había sido invitado, fue liberado por los tripulantes del ballenero australiano Lucy Ann, del que también desertó.
El editor inglés, John Murray, aceptó editar el libro en su colección Home and Colonial Library, (cuyas obras, se anunciaba, eran tan apasionantes como novelas, pero absolutamente reales), reclamó garantías de que la aventura de Melville había ocurrido realmente. Su hermano mayor, diplomático en Londres, que le había presentado el libro, tuvo que firmar, bajo su honor, que Henry “no era escritor, sino un marinero auténtico”.
La segunda. Omoo, se publica en 1947. Narra las aventuras del joven Melville en las islas de Tahití.
Ambas fueron fuertemente atacadas, tanto por su realismo –la descripción “licenciosa” de las nativas, tan desinhibidas en sus costumbres sexuales, en contraste con las reprimidas señoritas de la puritana Nueva Inglaterra–, como por la censura de la conducta de los misioneros y los efectos de sus actividades en los Mares del Sur.

“Omoo no se diferenciaba mucho de Typee, Era una combinación de recuerdos, imaginación y documentación, en la que el autor usó el recurso de convertir en meses las semanas para hacer más verosímil el curso y la cantidad de los acontecimientos. El fondo de realidad existente en Omoo ha quedado mejor establecido que en Typee, por lo que sirve más que éste para revelarnos cómo era la imaginación literaria del joven Melville. Todo lo que escribía se basaba en la experiencia real, pero no escribía tanto acerca de lo que le había ocurrido como de lo que podía haber experimentado si hubiera participado más plenamente en los acontecimientos que conocía y narraba. Los dos libros se engendraron en ese campo de la conciencia donde la memoria se funde con la imaginación, sin más control que el deseo de contar un cuento a la vez interesante y convincente.” (Leon Howard, “Herman Melville”, “Tres escritores norteamericanos”, Ed. Gredos, Madrid, 1962, p. 12).

Me parece muy interesante la observación, por cuanto refiere un método que no pertenece en particular a Melville, sino en general a toda la literatura. Me atrevo a arriesgar la ley psicológica en que se fundamenta:
En los eventos dramáticos, somos arrebatados por la intensidad de la acción. Apenas tenemos tiempo y energía para tomar conciencia de lo que está ocurriendo (lo que nos está ocurriendo). Toda nuestra energía psíquica se halla empleada en el vivir, o dicho de otro modo, sobrevivir. Nuestra inteligencia debe emplearse a fondo para resolver el problema de ese vivir inmediato, y evitar que “nos estrellemos contra el muro”. Sólo posteriormente, cuando las circunstancias que rodearon la aventura han desaparecido y el problema de aquel vivir ha sido resuelto con éxito, tenemos la posibilidad de rememorar; es decir, de vivenciar intensamente y de comprender con lucidez aquello que permanece, aún fresco pero libre, en nuestro recuerdo. Esa intensa toma de conciencia, lo que podría haber experimentado si hubiese participado más intensamente, se consigue mejor escribiéndolo, narrativizándolo.
La literatura, por consiguiente, podría definirse, aproximadamente, como ese especial modo de rememoración mentirosa. ¿No crees?
Many kisses

3 comentarios

00e00 -

"Antes la aventura se aburguesaba haciéndose demasiado seria y ahora se aburguesa convirtiéndose en un género literario, epopeya, drama o novela; la tragedia es el límite a partir del cual lo trágico deja de ser trágico, a partir del cual la desesperación sincera se torna disperato teatral."

Jankélévitch, La aventura, el aburrimiento, lo serio.

Tristán Fagot -

La mentira siempre me ha encantado, nunca digo al verdad :-)

flandria -

sí, rememoración mentirosa está bien. También rememoración loca, esquizofrénica, ladrona, suicida, aventurera, heróica, o arriesgada... pero sobre todo mentirosa.